El cielo inmenso, los alisos y los majuelos bordeando los campos, la sólida casa de piedra… Esta prodigiosa novela nos lleva hasta Irlanda del Norte, poco antes del inicio del alto el fuego del IRA en 1994. También hasta allí viaja Cate desde Londres para reunirse con sus hermanas y su madre y pasar una semana juntas en la casa familiar. Un reencuentro anhelado, y cuyos acontecimientos se entretejen con los recuerdos de su infancia y adolescencia en un entorno rural antaño gozoso, la granja paterna, rodeadas de naturaleza y cariño, al abrigo de los primeros disturbios políticos. Aquella vida de una familia de la minoría católica en los años sesenta y setenta nos llega a través de las historias de la abuela arisca o de la adorable, de anécdotas de la escuela o de los vecinos… Y, por supuesto, en las conversaciones se entreveran las remembranzas de su añorado padre.
Pasado y presente parecen fusionarse a medida que aprendemos a conocer y querer a Charlie Quinn, su mujer y sus hijas, de modo que el brutal y traumático impacto del asesinato del padre a manos de paramilitares lealistas también nos alcanza y golpea con brutalidad. Asistimos a la conmoción, casi sin habla somos testigos de esa sacudida, cuya huella es palpable en toda la vida posterior de las hermanas, sus decisiones y sus miedos, sus huidas y sus conquistas.
Después del asesinato, que las sume repentinamente en la realidad del conflicto, el país se convierte para ellas en una tierra de fanatismo y odio. A la vez crónica de una familia y crónica de una sociedad devastada por la violencia, esta conmovedora obra —ganadora del Kerry Group Irish Fiction Award y finalista del Orange Prize—, que te atrapa desde la primera página, consolidó la reputación de Deirdre Madden como una de las autoras más brillantes y originales de la literatura irlandesa actual.