La inmortal historia de posesión demoníaca ideada por William Peter Blatty años impactó con fuerza a principios de los 70, tanto a los lectores de la novela como a los espectadores de la película dirigida por William Friedkin, y dignificó el curso de un género hasta entonces marginado a ojos de la crítica. Profunda y controvertida, El exorcista fue pasto de todo tipo de leyendas urbanas, tanto por su caótico rodaje plagado de accidentes, algunos fatales, como por la desigual suerte de sus secuelas, no exentas de funestos contratiempos.